Aquellos Ojos Tristes
Detesto la primavera, es lo que más detesto en el mundo, aborrezco el calor In Crescendo de la época, el Sol quema insistentemente cada centímetro de tu piel cuando caminas en la calle, sus rayos casi te envuelven por completo y es prácticamente inevitable sentirse abrumado por la alta temperatura que genera en el trascurso del día, sus lluvias, en muchas de las ocasiones en vez de aminorar la carga de la temperatura , convierte todo en una pequeña olla calentándose llena de agua a punto de la ebullición, todo se vuelve mucho más molesto, el calor te hace sentir como si estuvieras en una cárcel, encerrado y amarrado de pies y manos, una cárcel que es tu propia piel, ya que esta suda todo el tiempo, los pensamientos se nublan, el sueño y el cansancio caen como piedras en los parpados, en los ojos, en las manos y en las piernas, los suspiros aparecen inevitablemente durante toda la tarde y las memorias aparecen como pequeñas ilusiones que nuestra mente trae a juego para que funcionen como oasis en el desierto, una pequeña forma de escape, una forma de recordar nuestras esperanzas vagas de felicidad y nuestros momentos fugaces de alegría juvenil, una juventud que se ha ido quedando atrás como las mismas personas y sus aterradores fantasmas que llegan en primavera para joderte más la existencia, para recordarte tus errores, tus palabras y tus acciones, para llenarte de tristeza primaveral, por que sabes que los mejores años de tu vida y mas mejores personas que habitaban en ella se han ido como arena entre los dedos.
A diferencia de otoño o invierno y su frio y nostálgico pesar, pero soportable e inclusive aminorable gracias a la existencia del alcohol y la compañía femenina, la nostalgia de primavera, te sigue como si fuera tu sombra y te deja huella, incluso estando desnudo, bebiendo o cogiendo con alguien, ahí esta detrás de ti o a un lado, durmiendo o tal vez observando tus estúpidas acciones, como la vana intención de conquistar a tu nueva compañera de trabajo y como tus flirteos decadentes nunca funcionaran con ella, ni con nadie más, por que en estas épocas transmites miedo y pena, nadie quiere a un tipo conflictivo junto a uno, nadie, antes mucho antes hacia 7 años eras un tipo feliz, con una esposa e hijo en camino, tu trabajo, el mismo desde entonces y por siempre, bien pagado, un auto, una linda casa en la capital y una casa decente con vista al mar para ir en compañía de tus amados a disfrutar lo excelente de la vida en vacaciones, el guiño que algún dios benevolente te otorgo, por que tu no merecías ser feliz, o al menos eso piensas ahora pero hacia más de unos 10 años, eras un tipo decente, tímido en ocasiones pero decente, rara vez te metías en problemas, no bebías demasiado en aquel entonces, fumabas un par de cigarrillos ocasionalmente, tus viejos padres se sentían bien de que vivieras en paz, y de que habías conseguido un buen laburo, no había queja alguna, todo marchaba viento en popa, cuando tu esposa, Helena, te comunico que estaba embarazada, no cabías de felicidad, sin duda te merecías esto y más, pero las bendiciones acaban cuando uno menos lo espera, las tragedias surgen de las cenizas del pasado que a veces nunca nos abandona.
Ibrahim salió con Helena un par de veces antes de que te conociera a ti, un buen tipo que francamente estaba enamorado perdidamente de ella, pero por causas de fuerza mayor tuvo que dejar el país algunos años, cuando regresa lo único, mas bien dicho, la única persona en la que piensa es Helena, va a su casa, su vieja casa donde siguen viviendo sus padres, quienes le cuentan que ya ni ahí, que se ha casado y vive al otro lado de la ciudad, el les agradece y dubitativo, se debate entre buscarla una vez más u olvidarla por completo, su corazón le gano a su razón, decidió buscarla, fácilmente obtuvo su dirección por parte de sus padres, quienes inadvertidos, dieron todos los datos posible para dar con ella, Ibrahim, la acecho un par de días, dio con ella rápidamente, pero no sabía en que momento debía de abordarla; al final se decidió hacerlo intempestiva pero dulcemente; cuando iba caminando rumbo a su casa, el le seguía sigilosamente por detrás, se acerco paso a paso sin hacer ruido alguno y tomándola por detrás y tapándole los ojos, le pregunto -¿ Adivina quien soy?- su voz suave, de tono medio y dulce ante el oído de cualquiera, era prácticamente su sello característico de Ibrahim, ella de inmediato lo reconoció, dijo su nombre, el quito sus manos, ella volteo, sonrió y lo abrazo fuertemente, a lo que el impactado, ya que nuca creyó que fuera a reaccionar tan efusivamente, la abrazo y le dio un beso en la mejilla, mirándose a los ojos comenzaron a hablar durante varios minutos, hasta que el consiguió sacarle una cita para verse los dos y poder charlar más a gusto, al despedirse se volvieron a abrazar y ambos sonrieron, su cita seria el próximo Lunes.
Llego aquel lunes, se vieron en un café cerca del trabajo de Helena, la cita era a las 6:00 pm pero ella llego un poco tarde, unos 15 minutos tarde, pidiendo disculpas llego ella, a lo cual Ibrahim solo respondía que no había problema, comenzaron hablando de lo inmediato, ¿Cómo estas?, ¿Quien es tu marido?, ¿En que laburas?, etc., pasando por las preguntas de las experiencia ¿Qué has hecho?, ¿Sigues tocando el piano?, ¿ Ya te casaste? , para finalmente pasar la parte más densa, el pasado, las aguas turbias, que unos libran con facilidad y otros caen, Ibrahim, como buen mago de oriente, encanto y hechizo tierna, nostálgica y abrumadoramente el corazón de Helena, las palabras muchas veces son mas mortíferas que un montón de armas y así fue como con palabras estratégicamente colocadas, acentuadas y pronunciadas hizo que Helena por un momento te olvidara, por un par de horas todo se nublo alrededor de tu imagen en su mente, obstruidas por el encanto de Ibrahim, el siguiente paso para Ibrahim era concertar una nueva cita, lo logro sin problema alguno, ella embelesada, acepto que se vieran de nuevo, el Viernes a la misma hora y en el mismo lugar, antes de despedirse el la abrazo fuertemente sujetando su cintura con decisión, le dio un beso muy cerca de sus labios y se fue caminando a paso tranquilo por aquella calle, mientras ella observaba como la noche iba tiñendo el cielo de tonos oscuros y como, al mismo tiempo, una extraña sombra parecía emanar de su cuerpo ante el reflejo de la luz de la luna.
La cita del viernes siguiente fue tan solo el inicio de varias más que se le sucedieron en lo posterior, cada vez que se veían, el aura de romanticismo entre ellos crecía inexorablemente y sus movimientos de ambos parecían seguir el ritmo de alguna sinfonía decadente de pasión contenida, llenos de acciones lentas, manos dubitativas, ojos bien abiertos mirándose fijamente los unos a los otros, labios secos, respiración y latidos del corazón con exabruptos de velocidad, como presa y cazador, esperando pacientemente y tratando de adivinar el siguiente movimiento, la siguiente palabra que pudiera emanar del otro, tratando de no caer en alguna trampa minuciosamente elaborada, pero era tarde para Helena, ella había entrado al laberintico juego del amor pasado, del recuerdo imborrable y la traición destrozadora, el la había conducido a ese lugar sin que ella se diese cuenta de cómo lo logro, inclusive cuando ella intento saber como lo hizo nunca supo de que forma se dio aquello, Ibrahim condujo la sinfonía de forma magistral para dejar que el acto final desprendiera y volcara sin tapujo alguno todo aquel placer y pasión contenidos en las paredes de su ser.
La explosión fue estruendosa, después de algunos meses de retardar el placer máximo, Ibrahim no dio vuelta atrás y devastadoramente dio inicio a su acto final; citó a Helena en un bar, cambiando por completo el lugar de sus acostumbradas citas inocentes, era temprano ´para tomar licor, pero no le importo a ella, llego al lugar puntual, Ibrahim ya se encontraba ahí, sentado en la barra del lugar, al verle llegar le sonrió y se levanto de su sitio para ir a en busca de una mesa, se ubicaron en un rincón del bar algo alejados del bullicio que había cerca de la barra y la entrada principal, comenzaron a charlar mientras tomaban sus de tragos, ambos mirándose fijamente a los ojos, el tomo su mano derecha, ella no la movió, al contrario la tomo dulcemente y la sujeto durante toda la platica, el en un par de ocasiones con su otra mano acaricio su mano y mejilla izquierdas, ella ruborizada se sentía como adolescente en su primer cita y no paraba de acariciar sus manos de el; después de un par de tragos más el pidió la cuenta, el mesero la trajo, el pago y se levantaron tranquilamente, de inmediato al salir del lugar, ella lo abrazo fuertemente, el a su vez la sujeto y tomo su rostro con sus manos y la beso, ella de pronto te recordó como por arte de magia y recordó al bebe que esperaba, recordó tus ojos y tu mirada adorable que tanto le gustaban, recordó todo acerca de ambos, el arrepentimiento y la culpa comenzaban a aparecer, pero al mismo tiempo, al sentir los labios de Ibrahim, al sentir su lengua tocando al suya, sentía un placer culpable, que la recorría por cada rincón de su cuerpo y la llenaba, la hacia sentir distinta, la llenaba de una amarga alegría, lloraba y reía por dentro, no había vuelta atrás, ya no podía y ya no quería regresar, nunca regreso.
Y así fue como comenzó su aventura, su amor desdichado con Ibrahim, por algunos meses intento llevar aquella doble vida, vivir en aquel triangulo bizarro de amor y desamor, la culpa la asediaba, pero el placer la adormecía, la sedaba por completo ante el inminente dolor que sufría cada noche al regresar a casa, no por el hecho de una mísera vida contigo, sino por la abrumadora sensación de caída, una caída inmensa y en espiral; hasta que de tajo, una noche de lluvia, después de haber hecho el amor con Ibrahim en su departamento, su cordura pareció ceder ante la locura al fin y salió corriendo de ahí, no podía seguir viviendo así, tenia que decidir con quien estar, faltaba poco para que su hijo naciera, su alma parecía arder brutalmente en llamas, sentía que tenia que volver contigo, corresponder todo el amor y los cuidados que habías tenido con ella pero sabia que no había mas pasión en aquel frío departamento, desde que había regresado Ibrahim a su vida todo había cambiado brutalmente, ya no tenia relaciones contigo, ya no sentía ni un ápice de deseo en estar de nuevo contigo en la cama, aquella cama donde dormía cada día contigo era una especie de celda para su ansia y su libido, se sentía como un ave enjaulada; tomo un taxi y se bajo un par de cuadras antes a pesar de que la lluvia seguía, pero ahora en forma de llovizna tersa y clara, camino, con la mirada caída y ausente, sus pensamientos la mataban, gritaba por dentro y quería gritar y gritar, tirar todo por la borda, deshacerse de aquella enfermedad llamada traición, que sentía por dentro, te odiaba , odiaba a Ibrahim y se odiaba a si misma, quería desaparecer por un instante y justo en ese momento antes de cruzar la calle, se quedo mirando fijamente la puerta que tenia que atravesar para poder entrara aquella casa donde vivía contigo, su mente se nublo, en ese momento sin que ella se diera cuenta ibas llegando tu en un taxi, bajaste de el y ella tampoco lo noto, reacciono hasta que el taxi se fue y tu dudoso, volteaste a ver el otro lado de la acera, viste que era Helena y le llamaste con un grito, ahí ella despertó de su ensueño momentáneo, te vio, no pudo más, vio a un auto negro, cual carroza fúnebre, venia pasando por esa calle y se abalanzo contra de el, la atropello, los frenos del auto rechinaron y su cuerpo fue enviado directamente al piso por un golpe inmenso y destrozador, tus ojos atónitos se quedaron observándola como caía fatalmente al piso, enmudecido, te quedaste parado mientras la llovizna paraba poco a poco, esperabas que se levantara milagrosamente, pero nunca más se levantaría.
Lo que más te duele del pasado no es el trágico final, sino la patético de saber que se pudo prevenir, que paso frente a tus ojos y te quedaste como un grandísimo imbécil, observando el final de su vida y el de tu bebe jamás nacido, te odias profundamente por que te quedaste confiado, sentado en tu rincón de tu bonita casa, escuchando música y bebiendo cerveza mientras ella se perdía en los brazos y encantos de Ibrahim, nunca podrás perdonarte aquello, por eso tus fantasmas se han quedado encarnados y no te soltaran nunca, por que es una absurda forma de recordarte una y otra vez tu dolor y tu miseria; masoquismo, dicen tus amigos y familia, pero a ti no te importa un carajo, siempre acuden a tu mente, voluntaria e involuntariamente, aquellos ojos tristes que te miraron por ultima vez, y que te pidieron perdón y anunciaron el adiós, los recuerdos del aroma de su perfume favorito que usaba en ocasiones especiales y durante aquella primavera, por alguna extraña razón, empezó a usar sin cesar todos los días, las memorias de los posibles nombres para su hijo muerto en el vientre materno, regresa a ti, siempre el horrible hedor a sexo que habitaba en su cuerpo de ella en las noches de marzo, abril y mayo de aquel año fatídico, y regresa, siempre regresa, el sabor de sus labios fríos e indiferentes que te dejaron lleno desventura y desasosiego. Esos recuerdos no te dejan ir y tú no los dejas ir, es tu condena propia, libremente autoimpuesta y que te acompañara hasta el resto de tus días, cuando la soledad acabe y tu vida exhale su último aliento.
Ian Pavel
