Castillo de Naipes.
“No quiero nada mas
que no seas tu. Tu esencia misma; sentir tu calor, tu cuerpo junto al mío,
respirando con cadencia inusitada. Tampoco quiero ser la mujer perfecta para
ti, mucho menos quiero que me embeleses con regalos y estupideces sentimentales
y banalidades cursis. Te quiero a ti, si, a ti, solamente para mi en una
habitación cerrada durante una noche entera, quiero una noche entera de ti,
solo eso y nada mas…”
Cada vez que recuerdo esas palabras mis manos tiemblan un
poco e inclusive sudan también un poco, inclusive mi lengua se va continuamente a las
comisuras de mis labios que se sienten resecas y faltas de vida, suspiro
profundamente como intentando desahogar una gran carga que estuviera en mi
espalda, mi estomago, al mismo tiempo juega cruelmente conmigo y una especie de nausea me
recorre desde la boca del mismo hasta mi garganta, mi corazón late un poco mas
rápido de lo normal, siento y escucho la onomatopeya de su marchar, bum bum bum
bum…
Hotel Lotus Residence,
Habitación 1252, Sábado 15 de Octubre, 8:00 p.m.
Mis pasos se sincronizan con los latidos de mi corazón y puntualmente llego a
la cita con mi inoportuno y cruel destino que he forjado para mi mismo, mi alma
se debate como siempre a duelo entre lo correcto y lo que me conviene, lo que
siento y lo que necesito, muchas variables aparecen a medida que me acerco al
lugar, lleno de alfombras rojas, cálida iluminación con focos anaranjados y
amarillos, cortinas cobrizas que ondean suave y pausadamente debido al viento
que entra por una de las ventanas del lobby del hotel; mi caminar, tranquilo y
contenido a lo largo de la alfombra delata que mis sentimientos verdaderos se
encuentran ocultos y que pareciese que estuviese a punto de estallar, tomo el
elevador, presiono el botón del piso 2 y recuerdo la forma mas rápida de llegar
a la habitación, primer pasillo a la
derecha y después otra vuelta a la derecha, cuarta puerta del lado izquierdo,
este camino esta grabado en mi.
Entro a la habitación,
Carmen ya se encuentra ahí, sentada cerca de la ventana que da al balcón, esta
fumando un cigarrillo, el humo la delata a pesar de que mantiene las luces
apagadas; las enciendo estrepitosamente, sonríe amablemente, se incorpora de su
silla y saca otro cigarrillo de su paquete de Lucky Strike, lo enciende y me lo
da, lo tomo y comienzo a fumar apacible y serenamente sin quitarle los ojos de
encima, miro su rostro, su cabello castaño claro, sus ojos color miel, sus
cejas delgadas, sus mejillas lisas, su nariz pequeña, sus labios rojos y algo
carnosos y por supuesto su piel de aspecto terso color canela; no puedo dejar
de mirarla, todas las estúpidas sensaciones de antes se han desvanecido sin que
me diera cuenta; siento su mirada, ella me observa atentamente también, casi se
acaba mi cigarrillo; ella decide intempestivamente asomarse por el balcón, le
sigo, Carmen camina pausadamente sin un ápice de prisa, su arrolladora calma me
llena de ansia por completo paradójicamente, “¿ Por que ella esta como si nada
y yo sigo siendo un pelotudo que se preocupa por todo?”; Carmen trae un vestido
negro y esta usando unas zapatillas color negro también, que aunado a su
vestido un poco entallado resalta la delgadez de su cuerpo y lo torneado de sus
muslos y pantorrillas, me pongo detrás de ella y sujeto su cintura con ambas
manos, beso su espalda, sus hombros y un poco de su cuello, ella voltea hacia
mi y sonríe “ Ya te habías tardado”, me besa tierna y dulcemente en la boca,
paramos y nos miramos a los ojos sin pestañear, nos besamos una vez mas pero
ahora frenética, fuerte y apasionadamente, la sujeto fuertemente de su cintura
y la acerco hacia mi, acaricio su rostro y ella sujeta mi cabello y cintura
despiadadamente, como si el mundo fuese a acabarse esa misma noche.
El cuerpo de Carmen y
el mío se funden entre el calor sofocante de la noche, nuestras bocas, brazos,
piernas, espalda y sexos se han derretido en una vorágine de pasión inmensa y
nebulosa, los sonidos que emanan de
nuestras bocas se pierden entre el ruido inmenso de la ciudad afuera de la
habitación, nada nos importa, solo estar juntos esta noche, por que cada vez,
puede que sea la ultima vez, cada vez el mundo colapsa como castillo de naipes
ante nuestros impíos ojos; pared tras pared y ladrillo a ladrillo el lugar se
viene abajo y solo queda de pie la habitación 1252 totalmente intacta, el
tiempo transcurre mas lento dentro de este lugar, como si estuviese a punto de
detenerse todo aunque sea un instante, por que sabemos que afuera de este lugar
hay un mundo en completa destrucción; aquí y ahora es nuestro tiempo, nuestro lugar,
nuestro deseo en completa sublimación, sin miramientos y sin arrepentimientos; el
futuro no existe por que es incierto, el presente es nuestra moneda de cambio.
No hay más.
Despertar temprano al
otro día se vuelve fastidioso, el sol golpea inclementemente con sus rayos
nuestros rostros, el presente de anoche se vuelve nuestro pasado inmediato, la
pasión y éxtasis nocturnos se vuelven resaca por la mañana, me levanto primero,
tomo mi ropa y tomo una ducha; el agua tibia de la ducha me ayuda a despertar y
al mismo tiempo hace que me sienta cansado, como si mi cuerpo estuviera lleno
de heridas invisibles, con este sopesar y cansancio me arrastro fuera del baño,
Carmen ya se vistió de nuevo, me sonríe tímidamente y me da un beso en la
mejilla izquierda, cierra la puerta del baño. Mientras termino de vestirme,
escucho su voz levemente sollozar, después de unos minutos sale, me observa por
unos segundos, yo también la observo, sus ojos no tienen muestra de que haya
llorado, lo sabe disfrazar muy bien; como si nada toma mi mano y me besa en los
labios con un dejo de tristeza, camina rápidamente y me deja solo en la
habitación; su taciturna despedida muchas veces me deja vacio por que se que
ambos tenemos que regresar a fingir a nuestras casas, ponernos mascaras de
felicidad absoluta y envolvernos entre trajes sastre de mentiras para poder
funcionar en el mundo, tenemos que besar a nuestra esposa o marido, llevar a los
niños a la escuela, trabajar en nuestras oficinas y regresar a casa con los
menesteres del supermercado, tenemos que vivir nuestra vida tal y como la hemos
construido antes de habernos conocido y antes de vernos nuevamente en la misma habitación
a la misma hora, por que en esos atronadores momentos el mundo exterior e
interior colapsaran y nada nos importara, absolutamente nada. La noche ha
finalizado y el día se abre paso cada vez mas de manera ominosa ante mi
profundo malestar, tomo las llaves de la habitación y reviso que nada se me
haya olvidado, le doy un ultimo vistazo
a toda a habitación, miro la ventana abierta del balcón y como las cortinas se
mueven gracias al viento; Respiro hondo y cierro la puerta de la habitación. Es
hora de irse.