martes, 13 de enero de 2015

Innecesario


Innecesario.

Son casi las 6 a.m. y mientras camino, el humo grisáceo sale de todos los hornos de las fábricas, al mismo tiempo, los rayos del sol lentamente aparecen por el oriente, yo, tránsito por un viejo y desolado sendero, lleno de baches, latas, papeles, hoyos, tierra y residuos de lluvia de la noche pasada; los perros, ladran mientras me acerco paso a paso a la parada del autobús que me lleva a mi fastuoso y obstinado trabajo; el viento, sopla fuertemente,  por momentos es tan gélido que siento como si cortase mis pómulos; continuo por mi camino, poco a poco observo como más gente se funde conmigo y la luz del amanecer resplandeciente que golpea mi rostro, mi ánimo, no es muy bueno, para ser sinceros, estoy que me lleva el carajo; ayer discutí con Marisol,  mi esposa me fui a beber con mis amigos, llegue muy tarde, por lo que, ella estallo en ira, por enésima ocasión dormí en el destartalado sofá que tenemos en nuestra sala o al menos eso intente alrededor de dos horas; al despertar me dolía la cabeza, el sabor del alcohol y a lipstick ajeno al de Marisol revoloteaba aun en mis labios, vívidamente tengo el recuerdo de la mujer que dejo marcados sus labios y de la cantidad de alcohol que ingerí anoche, solo me incorporo adolorido y mientras me baño pienso constantemente al mismo tiempo que el agua de la regadera cae sobre de mi si hago estas cosas solo para que ella me mande al diablo de una vez por todas o porque soy un mal hombre, opto por la segunda opción, creo que es lo más cercano a la verdad.


Wendy, así se hacía llamar la mujer con la que me metí el día de ayer, en mi mente veo sus tacones negros y altos que usaba, su veloz paso por las calles y su lápiz labial rojo, entre sueños y más bien, con mi imaginación de por medio, la veo dirigirse a mí con su tez blanca, no muy alta y de complexión delgada, ¿Era amiga de Sebastián, mi mejor amigo?, no lo recuerdo y no tiene caso recordarlo pero la duda me mata; el camión hace su parada justo a tiempo, subo a él, mi cabeza da vueltas y mi estómago se siente extraño, no puedo darme el lujo de no ir a trabajar, así que sostengo mi respiración y trato de sentarme de inmediato, no quiero hacer un espectáculo denigrante de mí mismo; no era amiga de Sebastián, era una completa extraña, que al ver a algunos tipos borrachos se aprovechó del más imbécil en el lugar, ese seguramente  fui yo, desdichado y sobre todo fastidiado de mi vida, me pareció fácil, cada fin de semana me parece fácil seguir haciendo cosas así, ¿ las consecuencias?, hasta ahora ninguna extremadamente grave, ¿Marisol me hará lo mismo?, ¿Sentirá lo mismo?, ¿Me odiara?, las preguntas con respuestas previamente anunciadas me bombardean, me asfixian; el estómago se siente cada vez más extraño, no tengo ganas de vomitar pero siento un vértigo inusitado, mis manos tiemblan, siento como si mi temperatura bajara, no es el frío matutino repercutiendo contra de mí, ¿Será la culpa?, ¿Será el vacío?, ¿Qué diablos es esto?, no lo sé, pero no se siente bien; las palabras chocan en mi mente, mi discurso interno parece volverse aletargado, quisiera dormir más tiempo, pero no puedo, tampoco puedo mantenerme totalmente en vigilia, algo me impide recuperarme como antes de una noche de alcohol barato y mujeres fáciles, algo ,me está desmoronando.


Trato de conectar todo, pero creo que regreso al pasado más recóndito, al momento cuando conocí a Marisol, en la universidad, ella estudiaba alguna cosa relacionada a artes y yo ciencias, éramos jóvenes, inocentes y hambrientos de vivir en un mundo desangelado; nos conocimos en una fiesta de un amigo en común de ambos, Christian si mal no recuerdo, era su cumpleaños y organizo un evento multitudinario ya que era terriblemente popular entre hombres y mujeres de toda la universidad, yo, por el contrario me consideraba un chico algo reacio y duro en hacer amistades, no me costaba trabajar entablar conversaciones pero jamás profundizaba lo suficiente con alguien como para considerarlo mi amigo, claro está, que Christian, era la excepción, lo apreciaba mucho y desde el momento que lo conocí nos convertimos en muy buenos amigos, su carácter afable contrastaba con el mío y de alguna forma me sacaba de mi zona de confort,; Marisol, un poco más cercana al carácter de Christian, sin duda era una chica amable de rasgos finos y con una profunda mirada que cautivaba a muchos; mi amigo me contaba mucho de ella, prácticamente me dibujo un escenario fantástico donde creía, que ella y yo podíamos ser una buena pareja, intento vanamente presentarnos dos veces en citas dobles y ridiculeces así,  pero siempre  pasaba algo que lo impedía, hasta el día de su fiesta; momento en el cual, exactamente como predijo, nos enamoramos, la relación inicialmente fue algo  apresurada pero ciertamente encantadora y llena de mucha felicidad, teníamos muchos planes juntos y en nuestra imaginación, en conjunto habíamos construido un palacio lleno de conceptos para una vida eternamente juntos, la realidad, nos llegó de golpe, el día que ella me anuncio que estaba embarazada.
Su embarazo, a dos semestres del final de la carrera de ambos, nos cayó como balde de agua fría, ambos estábamos a favor de tenerlo por la esperanza en el futuro y el amor que sentíamos el uno por el otro; de alguna forma planeábamos compaginar todo para poder vivir juntos, trabajar y terminar la universidad, lo cierto es que desde el día en que uno se convierte en padre, realmente nada vuelve a ser igual. Nada. Jamás retomamos la escuela, yo me metí a trabajar de inmediato en una fábrica de plásticos, ella como profesora en una escuela.  Julián, nuestro hijo,  nació y las ilusiones día a día se iban desvaneciendo, ambos nos percatamos de lo poco  que compaginábamos tanto en la vida marital como en nuestro carácter, discutíamos por trivialidades, la ropa sucia, la comida, las llamadas no contestadas, el correo y las cuentas por pagar acumuladas, la ropa ridícula e incluso la mirada del uno al otro; el hecho de vernos cada día parecía desquiciarnos, llenarnos de enojo, solo convivíamos amablemente, ante los ojos de nuestras familias, las cuales pensaban que íbamos de maravilla, lo cierto es que me volví más huraño y frío con ella, ella por su parte se volvió metódica y controladora, nuestras caracteres se trastornaron y nuestra vida se nublo, incluso el sexo era una labor mecánica,  cansada y sin un ápice de pasión, aun así como ritual sagrado, teníamos sexo constantemente, ambos, cerrando los ojos, quizás pensando en otra persona, sostuvimos relaciones hasta el momento en que yo, le dije el nombre de otra persona, a partir de ahí todo cayo como fichas de dominó.


Mis parpados se sienten como si pesaran casi una tonelada y me cuesta el doble de esfuerzo mantenerme despierto, el autobús, no hizo una sola parada en el trayecto, lo cual fue bueno, me ayudo a respirar y mantenerme tranquilo, pero al momento de llegar a la puerta del trabajo mi mente se va, viaja, se deshace de todo, la náusea me recorre, todo lo que soporte en el camino no puede contenerse más, vomito, la gente pasa y me observa con desdén, puedo sentir sus miradas, si me viera a mí mismo también lo haría, en verdad quiero huir de un día asalariado de ocho horas, de los compañeros inútiles y vanos, de mi jefe tremendamente imbécil y castrante, de operar maquinas obsoletas, de llenar reportes con palabras incomprensibles, del aburrimiento a la hora de la comida, de mi esposa, de Julián, de mis amigos, de todo; simplemente por un minuto quisiera desaparecer, pero no puedo, la tierra conecta de nuevo conmigo y caigo a cuenta que tengo un vida, bastante mediocre pero que debo de vivir.


El tiempo en el trabajo transcurre tremendamente lento, sobrevivo a él, encerrándome en mis pensamientos ¿Sera esta la última que me pasa Marisol?, ¿En verdad quiero ser perdonado por enésima ocasión por ella?, ¿Qué puedo hacer para solucionarlo?, ¿Realmente quiero solucionarlo?, ¿Debería mantenerme callado?, ¿Debería separarme de ella de una vez por todas?; todas esas preguntas se agitan en mis sienes, me mantiene activo todo el día, la ansiedad que me inunda por responderlas al contrario de distraerme, me enfoca, me lleva de la mano a hacer el día un poco menos tedioso; la hora llega y sin embargo no tengo ni una sola respuesta, el camino a casa es aún más insoportable debido al tráfico, el sol que algunas horas antes estaba invitándome a abrir los ojos, ahora se estaba disipando, ocultando entre las nubes grises en el cielo y dejándome un rastro nebuloso hacia la noche, el frío comenzaba a sentirse de nueva cuenta, ahora con un viento aún más cortante, navajas  finamente afiladas se dirigen a mi rostro, la náusea no regresa, pero un dolor en el pecho me deja inmóvil,  inútilmente respiro para tratar de sofocar la sensación de caída que ese vacío me provoca, algo me dice que todo va acabar mal, algo me condena a pensar ¿En verdad esto es lo que quería?.


Llego a casa, las luces apagadas y el silencio fúnebre son la prueba fehaciente de que seguramente Marisol no estaba en casa, el departamento extraordinariamente limpio, ordenado y con un olor a pino barato es una pista más de que algo había pasado aquí, la nota bellamente escrita a mano  y pegada simétricamente en el refrigerador descompuesto es lo último que esperaba encontrar, desde que la vi invitaba a su lectura, algo había en ella, que seguramente, cual psíquico barato había presentido en el regreso a casa y que tenía que ver con el desconcierto en casa:



“Me voy con Julián.
Estoy harto de ti y toda tu mierda.
Tu hijo no merece un padre así y yo no merezco ser tratada así.
Dejo todo limpio para que lo vuelvas a llenar de porquería, pero solo la tuya,
De la mía y la de Julián me haré cargo yo sola.
Olvídate de mí y de él,  no nos busques más…”



La sorpresa, su atrevimiento y su alejamiento repentino, me golpean la nuca, no hay dolor, pero el mareo me provoca sentarme, todo me da vueltas, ¿En verdad quería esto?, muy en el fondo sé que sí, sé que hice lo incorrecto para lograr el efecto correcto, me porte como un patán para alejarla definitivamente de mí, mi hijo, no necesita un tipo como yo a su lado;  osco, desagradable y enojado con su vida, no necesita a dos personas lamentándose de lo que pudo haber sido y no fue, no necesita la desdicha de dos personas, con la de su madre, bastara, ella es fuerte, se recuperará y me olvidará, seré un pasaje un su vida  del cual no tendrá mucha memoria gracias a lo tremendamente determinada y en ocasiones obstinada que es, conocerá a alguien y podrá vivir una nueva junto a él; Julián, vivirá con una sombra diminuta siguiéndole, pero no una que lo atosigue y atormente, si no una que de repente se aparece infantil e inocentemente,  del cual ni una foto tendrá quizás una palabra o dos, quizás un nombre, jamás una imagen, jamás una mala cara, jamás una sonrisa forzada, jamás un golpe en su cara, jamás un grito; así está mejor, sí, me convenzo, de que así debe de estar mejor todo; las mujeres han dejado de necesitar a los hombres, afortunadamente ahora ellas viven mejor sin nosotros que a la inversa, aun así me esforzaré  por vivir una mejor vida o al menos no tan patética, no sé cuánto me tarde y que deba soportar pero lo haré, debo hacerlo.


 Ian Pavel.