martes, 15 de julio de 2014

Una Canción Interestatal


Una Canción Interestatal


Un domingo cualquiera, Esteban bebe cerveza y observa el futbol por la televisión, el calor va en aumento, la última lluvia nocturna dejo tantos charcos en la calle que la sensación de humedad es mayor, pareciese que las paredes del departamento en cualquier momento comenzaran a sudar, las bebidas frías no sirven de mucho y los ventiladores aligeran vanamente el aire cálido en el ambiente; el equipo favorito  de Esteban va perdiendo , pero el ignora totalmente el resultado parcial que brilla sobre sus gafas, El observa fijamente la pantalla, pero su mente esta en otro lado, unas cuantas miles de millas lejos de su austero y descolorido departamento, sus pensamientos se desplazan al norte, a lugares más fríos e inhóspitos, a  provincias y municipalidades que pareciesen alejadas de la sociedad citadina y mundana, lejos del ruido y los edificios , de los rascacielos y los monumentos de mármol y bronce; se ubican en un bosque, en lo profundo de todos esos árboles, en un pequeño pueblo, en un departamento,  abandonado y derruido, donde, sus sueños de libertad se perdieron hace unos años.

El apellido Gottinger resuena en las paredes de su cráneo, tenía años que no lo escuchaba, había borrado todo recuerdo ligado a ese apellido, había bloqueado la pena que implícitamente le hacían sentirse perdidos y sin rumbo, pero justo en el momento menos esperado llego a sus oídos y por ende a su cerebro, viajo por sus venas y de ahí  se instaló una vez más corazón, él se quedó quieto por un momento, lo que tanto había negado y enterrado llego de nuevo, Gottinger, Laura Gottinger, alemana de nacimiento, canadiense por fortuna del destino; una mujer poco ordinaria , la había conocido en un viaje de intercambio escolar en Vancouver ( ella vivía en Montreal), ambos iban a aquella ciudad por un semestre, ambos estudiaban una carrera poco ominosa como Sociología, ambos, de padres divorciados eran hijos únicos y que vivían en el constante devenir de las vacaciones de verano con su madre y las decembrinas con su padre, fechas divididas , convivencias divididas y cariños divididos,  cual muro de Berlín; pero ella tenía un carácter más afable y menos rocoso que el de Esteban, sorprendentemente y para agrado de Él, ella era la más cálida de las mujeres en el mundo, su sonrisa podía hacerte sentir tranquilo y despreocupado, sumamente amable y de belleza poco ortodoxa, era bien recibida y tratada por sus compañeros de clases, tenía un encanto natural que no arrancaba suspiros de inmediato pero si te hacía pensar las con ella dos veces, quizás hasta tres veces.

Después de pensarlo lo suficiente Esteban se animó a invitarla a salir, lo demás quizás se sobre entiende, ambos congeniaron de maravilla, por alguna extraña razón el carácter más pendenciero y poco afortunado de El hacía juego, tal vez era complemento, con el de ella, ese semestre transcurrió velozmente, el deseo de ambos de regresar a sus casas, a su rutina, a su vida dividida los entristecía; dentro del furor de la juventud decidieron marcharse ¿A dónde?, a donde sea, la inocencia juvenil de ambos los llevo a no pensar en nada en particular pero en sentir toda la vorágine de emociones que habitaban en ellos, su amor, profundo, tierno y verdadero, ya se había consumido en varias noches en los cuartos de ambos, se turnaban las escapadas nocturnas de habitación a habitación, pero este salto al vacío desencadeno que solo buscaran estar juntos  haciendo el amor todo el día todos los días, no les importaba donde; deambularon por varias provincias y condados alrededor de Vancouver, subsistiendo con lo necesario, viviendo un año lejos de lo que sus vidas terrenales les deparaba y aun los esperaba.

Laura, a diferencia de Esteban, provenía de una familia, si dividida, pero plenamente acomodada económicamente hablando, no sufrían tan desmesuradamente los problemas que el común denominador debe padecer, gozaba de ciertas ventajas y beneficios,  podía darse lujos como esta pequeña aventura, inocente y pueril, sus padres no la reprenderían tan severamente, sería cuestión de hablar con ellos y la normalidad regresaría en cuestión de días, Esteban, no podía darse ese lujo; profundamente enamorado y fastidiado al mismo d tiempo de su situación en casa, prefería ser un don nadie inmigrante que ser un “algo” de regreso en su país, prefería vivir románticamente en una cabaña, que en un sofisticado departamento minimalista, ante todo y para todo era un idealista, confiaba plenamente en que Laura quería y sentía lo mismo; el impacto de la decepción fue estrepitoso.

Laura, de un día para el otro comenzó a empacar las pocas pertenencias que tenía mientras Esteban dormía, al cabo de un par de horas estaba lista para irse lo despertó con un beso y se fue caminando mientras el, en la confusión y como una imagen entresoñada, no se movió de la cama, al contrario, durmió, tan plácidamente con la idea de que tenía que pararse a trabajar; después de un par de horas más Esteban despertó para encontrarse solo, aun con el desconcierto de que si había tenido un sueño muy vivido  o era real lo que había pasado, hizo caso omiso a la opresión que sentía en su pecho y se dirigió a su trabajo en l tienda de St,. Flannigan, transcurrió el día lentamente ya que la sensación de vació aumentaba poco a a poco en su interior, la ultima hora antes de salir se le estaba haciendo eterna, inconmensurablemente larga y tediosa; quería salir corriendo de inmediato a su casa, lo hizo, salió disparado  para ver a Laura; no encontró nada, silencio, frío y soledad solamente, ni una de sus pertenencias, ni una de sus fotos,  ni una huella de ella, la ansiedad lo tomo como preso, la tristeza lo rodeo de un aura impenetrable, ese presentimiento desde la mañana esa sensación , ese nudo, ese “algo” tenía una razón, una explicación; lo que soñó o lo que creyó que soñó, paso de verdad.

El desconcierto duro tantos días y tantas noches que no podía levantarse, no podía moverse siquiera, su existencia se tornó oscura, el tiempo paso tan lento, que el año pasado lleno de felicidad en verdad parecía un sueño, que como toda ilusión a la mañana siguiente se desvaneció; algo lo saco de su cama, la paga pendiente de la renta y el desalojo de su habitación, a fuerza tuvo que salir de ahí y regresar a casa,  irse a otro lugar que no fuese esa habitación, camino y camino sin rumbo aparente, pero su cabeza solo tenía un lugar posible a donde ir, México; así fue como regreso, se puso a trabajar e intento retomar aquella carrera perdida, sin algún éxito, el desasosiego y la frustración lo embargaron por completo que lo mejor que pudo hacer fue ponerse a escribir, escribir y seguir escribiendo, fue tomar la palabra como su rehén , como su catarsis y como su nueva vida, aunque eso tampoco lo llevase no muy lejos, a estar solo en un departamento desfalleciente y caluroso en el centro del monstruo urbano de esta asfixiante ciudad, a ver los partidos de sus equipos favoritos y ver las noticias del medio tiempo y como un tipo del otro lado de la pantalla dice
 “Jalil El-Harid, afamado empresaria saudita muere en un accidente de auto junto a su prometida Laura Gottinger, mejor conocida como la hija del afamado empresario …


 En ese momento se volvió a hundir en un sueño profundo, porque quizás este también era otro sueño del que desearía despertarse.


Ian Pavel