domingo, 31 de marzo de 2013

Destellos


Destellos.

Cuanta necedad la mía al estar aquí, escribiéndote unas líneas que probablemente jamás leerás o peor aun, ignoraras cual consejo de madre a su hijo adolescente; es tanta mi necedad, es tal mi desesperación, que la noche se hace eterna, las manecillas del reloj caminan tan lentas que me pierdo en su tic-tac  hipnótico, el sonido de mis pensamientos se desvanece, mis ojos se cierran, pero no duermo, sigo despierto, dejando que se fusionen pasado, presente y futuro; las memorias, los momentos y las premoniciones flotan a mi alrededor, iluminan como destellos mi oscura existencia, me dan pauta a seguir escribiéndote algo totalmente innecesario, ¿Que me motiva a seguir?, la necesidad de sacar la que oprime mi pecho sin importar nada, así que aquí sigo, como antes y como siempre.

"Yo te prometo esto,
Siempre cuidare de ti,
Eso es lo que haré..."

¿Cuantas veces te vi caminando en los pasillos de la facultad, hasta que pude hablarte?, esa imagen mental tuya, deambulando por los edificios de la universidad va acompañada de una infinidad de sensaciones, que al recordarla, fluyen en mi interior de nuevo; he de sonar como un maldito perdedor; el sonido de tus pasos pim-pam,  pim-pam, lo amaba de sobremanera, me enrojecía al saludarte y lo peor de todo, me volvía loco tu nombre, Imogen; en ese entonces yo era un chico solitario con aspiraciones vanas de escritor, un poco paranoico, un poco melancólico,  un poco narcisista y bastante iluso, jamas pensé que yo podría ser de tu agrado, por mi mente nunca paso dicha idea, no se si gracias a alguna magia negra o a los designios del fatídico destino tu te fijaste en mí y bueno se dio algo entre nosotros, muy inocente, juguetón e infantil pero paso, bastante fuera de lo que tenía esperado, habías muchas cosas en común, cualquier estúpida comedia romántica se quedaba corta, cualquier canción de amor, cualquier poema de Yeats, cualquier cosa que te imagines podía describir, en ese momento, lo bien que compaginábamos; boberias juveniles; el encanto duro bastante tiempo, hasta que pasamos al punto de quiebre; el infructuoso pasado.

"Mi corazón es tuyo,
Eres tú a quien me aferro,
Eso es lo que hago..."

Cuando estudiamos historia desde pequeños nos deberían decir o quizás recalcar la importancia que le damos al pasado los seres humanos, es como nuestro marco de referencia de si estamos haciendo bien o mal, si vamos por el camino deseado o estamos hundiéndonos en nuestra desazón; el pasado nos tortura en muchas ocasiones, nos presiona desde adentro hasta estallar, nos hace dudar, nos hace pensar en cosas sin sentido, nos vuelve seres débiles; debería ser lo contrario, pero nos vamos por el lado de la agónica y desastrosa autodestrucción, a todos les ha pasado alguna vez, al menos eso quiero pensar para no sentirme tan soso y patético, quiero creer que es una especie de maldición universal,  estigma que cargamos todos como rasgo heredado, quiero creer que mi debilidad es la debilidad de todos, no me quiero sentir solo o abandonado, pero en lo estoy.

Tu pasado se apareció ante nuestras narices un día como hoy, inexorable y despiadado, toco a tu puerta y dejo un mensaje, "He regresado para llevarte conmigo", dejo una oferta irresistible como si fuese canto de sirenas; abrió la puerta que pensabas cerrada y los fantasmas que estaban guardados celosamente en tu interior, despertaron como demonios  hambrientos, la presión irrevocablemente dura y fehaciente de la confrontación exigía un sacrificio o dos, yo fui el voluntario al primer sacrificio, arrancaste lo que había dentro de mí y lo ofreciste como tributo; después te ofreciste a ti misma, te arrancaste las entrañas y las ofreciste, sin embargo ese segundo sacrificio probablemente fue innecesario, en realidad solo deseaba un sacrificio y el elegido fui yo; por propia mano me deje ir y te deje ir, deje que tu pasado se volviera mio, que tu dolor me destazara y que tu tristeza se encapsulara en mi llanto; no se para que lo hice y ni porque lo hice ¿El que no soporto la presión y la confrontación fui yo?, ¿El que no tuvo voz?, ¿El que prefiero rendirse?, ¿El cobarde?, quizás;  muy probablemente mis carencias de valor y masculinidad son parte de todo esto, el resultado de que tu pasado se fusionara con el mio y se volvieran uno solo es que ahora me siento vacío, ya nada es mío, las delgadas barreras de lo que era tuyo y mio se perdieron por que ya no se quien soy, la entrega absoluta  me hizo perder todo y volverme un apéndice tuyo, una extensión prescindible de ti, deleznable, en eso me he convertido; algo que no necesitas; por eso se que estas palabras no tienen mas que un valor anecdotico, de seguro si las lees en algún momento sabrás por que he partido a descansar después de tanto desasosiego, me gustan las salidas fáciles, huir es la mejor, se me da perfecto, así que eso haré; quizás sabrás de mí por algún viejo amigo, por algún compañero de trabajo o por la nota roja, la noticia de mí hará que los destellos del pasado, como chispas en la oscuridad de la noche, brillen y regresen a ti y dirás "si , le conocí", quizás desempolvaras las cartas y las fotos o escucharas aquella canción que te dedique,  pondrás atención a los 3:48 que dura la canción y una lagrima de nostalgia emanara de tus ojos, detendrás el disco y apagaras tanto el estéreo como el destello de ese pasado para seguir con tu vida sin mi, como siempre lo has hecho.


Ian Pavel