viernes, 30 de agosto de 2013

Cielo Rojo

Cielo Rojo

El mar me arrastra despiadadamente con la fuerza de sus olas inclementes y llenas de furia, apenas son las 6:24 de la tarde y la marea ya puede arrancarle un susto a cualquiera, hay algo en su oleaje que te hipnotiza y al mismo tiempo te aleja de su regazo,  lo observo y dejo que me golpee, me siento lleno de temor ; nunca aprendí a nadar pero siento algo inmenso y sobrecogedor al sentir las olas  y el agua tibia sobre mi cuerpo frágil y tembloroso; el miedo crece a cada paso que doy dentro de el; nunca había sentido un temor tan grande en mi vida, sigo avanzando y el agua ahora me llega a la altura de mi cuello, se que si doy un paso más puede que la marea me tome por completo; me detengo y observo el mar, observo el sol desfalleciendo por el occidente, observo  como las aves se han alejado de la bahía, observo los rayos de luz anaranjados que se mezclan con el cielo grisáceo de esta ciudad, volteo y veo que la playa esta prácticamente vacía así que respiro hondo, cierro los ojos y comienzo a recordar algunos pasajes de mi vida, pero sobre todo uno en particular, el pasaje de Saoirse.

El rumor del oleaje se asemeja a eso que sentía cuando estaba en los brazos de Saoirse, la tempestuosa calma de estar con ella, la sensación de bienestar paradojicamente llena de tensión, algo inexplicable en pocas palabras, ella fue mi novia por muchos años, nos conocimos en la facultad mientras los dos estudiábamos Biología, en sexto semestre o algo así , no recuerdo bien, solo recuerdo que entre a su grupo y de inmediato me quede fascinado; ella era la chica popular que todo mundo quería tener una cita con ella, su belleza y popularidad radicaban en ese aire desenfadado que ella siempre tenia presente en sus comentarios y actitud al momento de estar hablando con ella, sonriente y mirándote  los ojos a cada momento, era difícil verla enojada y sobre todo casi imposible verla triste; de hecho, solo recuerdo haberla visto triste en el funeral de su padre; en algún momento, cuando estábamos por acabar la carrera, de forma azarosa y espontanea terminamos trabajando en el mismo equipo; si bien ya la conocía por su carácter afable y carismático en los anteriores semestre, y ya había intercambiado algunas palabras con ella debido a estar en el mismo grupo, fue hasta ese ultimo semestre, que por casualidad se dio el hecho que conviviéramos mas y que por ende se desarrollara ese sentimiento llamado amor en ambos.

Saoirse y yo comenzamos a salir, primero por cosas de la escuela y después por cosas personales, nos hicimos confidentes, ella era muy solitaria, mantenía un aire de secreto y enigma en ella, hablaba con todos, pero a pocos los dejaba entrar a su corazón, fui uno de esos afortunados, en algún punto la atracción fue mas que evidente y la pasión contenida se desbordo, la bese camino a su casa, ella me miro a los ojos y me dijo "Dicen que todo acaba después del primer beso..." a lo que respondí "Eso aplica con los demás menos conmigo...",  y así comenzó todo; acabamos la carrera, hicimos los protocolos necesarios, salir una infinidad de veces, conocer a nuestros amigos, conocer a nuestras familias conseguir trabajos, seguir saliendo, seguir conociéndonos, seguir enamorándonos hasta el punto de quiebre, lo que yo no sabia es como llegaría ese punto de quiebre.

 El aroma salitre del mar me recuerda a ese punto de quiebre y no vuelta atrás, el sonido de las olas cada vez más fuerte y que se agazapa en mis oídos como canto de batalla, esta desquebrajando mi interior, me mantengo con los ojos cerrados, concentrado en ese pasado que me trajo a esta playa y su cielo anaranjado que comienza a pintar de rojo, alcanzo a escuchar una melodía, la de su voz se mezcla con este presente en el que estoy atrapado; su voz, el cielo rojo y el mar me dejan ensimismado, siento el cuerpo pesado y no me puedo mover, las olas anuncian una tormenta cerca y no me puedo mover, comienzo a preguntarme  ¿Ella habrá sentido lo mismo?; detengo mis pensamientos y siento como mi corazón comienza a acelerar su paso, pero regresan los pensamientos y regresan los recuerdos, los recuerdos de algo que cantaba...


"Yo se que el océano habla, lo escuche llamándome y sonriéndome en mis sueños
mientras me susurraba esto: 
Las estrellas Se esconden en su velo,
Las nubes brillan sobre tu barco,
¿Puedes ver la tormenta acercándose?"


El punto de quiebre, nunca es como uno lo imagina, para algunos es el desgaste de su traslucido e impasible amor, para otros es el engaño de las sensaciones por el el complejo devenir de los años, para otros como en mi caso, el punto de quiebre llega en el momento de elegir entre la vida y la muerte; ella y yo eramos una pareja cotidiana que no tenia ningún problema grave, en lo esencial nos llevábamos bien, teníamos metas comunes, con intereses comunes , que se entendían en la intimidad y donde  el mayor problema quizás era su aventurera y despreocupada forma de ver algunas cosas de la vida, siempre llena de energía Saoirse, un día me pido que saliéramos de vacaciones a la playa, yo encantado de pasar un tiempo  con ella a solas del bullicio citadino accedí, después de un largo viaje llegamos al lugar prometido, ya habíamos salido a la playa anteriormente, ella sabia que era muy hábil nadando, sabia que mi interés por la playa y el mar era casi nulo, algo contrastante con su grandiosa habilidad al nadar y su exacerbado interés en las criaturas del mar, alguna vez habíamos discutido sobre eso, yo amaba la ciudad y ella amaba la playa, ¿A donde ira vivir?,  al final del día siempre le cumplía sus caprichos, aunque este quisiera nunca haberlo cumplido, no habíamos ido solo con la idea de descansar teníamos la idea de  irnos a vivir a aquella bahía, podríamos conseguir trabajo y continuar nuestras vidas ahí, así que decidimos viajar en barco para que ella pudiera bucear y saber a ciencia cierta si le convencía o no aquella playa; al tercer día de nuestro viaje rentamos un bote y nos enfrascamos en un viaje dentro del mar aquella tarde, ella buceo y estaba feliz, encantada diría yo, yo estaba feliz por  el mero hecho de verla contenta, maravillada, regreso al barco y comenzamos a hablar por horas de los corales, los peces y otras cosas bellas que ella había visto, ambos contentos decidimos regresar al siguiente día; cosa que no sucedió.

De regreso en el bote nos dimos cuenta que nos alejamos bastantes millas de la bahía, que el viaje iba a ser largo y que una gran tormenta se acercaba, sin temor alguno seguimos navegando de regreso sin darnos cuenta que la tormenta ya estaba prácticamente a nuestras espaldas, ella comenzó a tener miedo, yo estaba preocupado y esa sensación me recorría toda mi espalda como gota de sudor frío; justo en ese momento las olas comenzaron a golpear estrepitosamente nuestro bote, comenzó a llover y me di cuenta que las habilidades de ambos como navegantes eran nulas para momentos tan caóticos como ese; asustados, ambos intentamos navegar y sostener el bote lo mejor posible, pero parecía desquebrajarse a cada movimiento que hacíamos, el mar lleno de violencia y furia como si el mismísimo Poseidón estuviera enojado con ambos nos azotaba sin piedad, el temor de ambos crecía, le pedí que trajera dos chalecos salvavidas, pero el bote solo tenia uno, el otro lo habíamos olvidado al salir corriendo del puerto, ella me pidió que yo lo usase, ya que ella si sabia nadar bien y yo no, me negué pero casi a la fuerza me lo puso, Saoirse despreocupada me dio un beso y comenzó a cantar esa canción que llevo en mi cabeza constantemente desde aquel día, en ese instante una ola inmensa golpeo el bote que casi lo volteaba,alcance a ver como ella caía al mar, comencé a gritar e intente meterme al mar pero la perdí de vista, el mar se la había tragado, gritaba y gritaba su nombre la buscaba con la mirada constantemente y no la hallaba, no escuchaba su voz cantándome , no veía su figura entre la tormenta, no había nada de ella , el desconcierto me tomo por completo, no sabia nadar y no podía buscarla dentro de la inmensidad del mar, el miedo se apoderaba de mí, solo me quedaba una opción y era salir vivo de esto, Saoirse  se había ido y aunque quería que el mar me llevase con ella, al mismo tiempo quería vivir, así que decidí vivir y dejarla en el mar, ese mar que la había enamorado unas horas antes y que ahora como tributo  por mostrarle las bellezas de su interior , la había tomado para si mismo, para nunca mas regresarla y dejarme solo en medio de la tormenta.

Regrese con vida al puerto el día siguiente, lleno de tristeza, odio y frustración, pensando que si no hubiese sido por ella jamas habría regresado con vida; han pasado casi 20 años desde que el mar se la llevo de mi lado y me siento igual, a excepción de este momento, en el que el cielo rojo me abraza calidamente con sus rayos y el sonido del mar inunda por completo mi ser y entre ambos me sobrecogen, me deshacen y me transportan a otro lugar, es tal el sentimiento que quiero dejarme ir y ser tomado por el, ¿Así se habrá sentido Saoirse en aquella tormenta?, seguramente, al menos eso quiero seguir creyendo para no sentirme culpable y miserable por seguir viviendo y ella no, eso debo de creer firmemente; aun así, las olas hacen una música que se mezcla con esos cantos venidos del recuerdo de Saoirse, se mezclan ambos y me están dejando sin fuerzas, mis piernas no soportan más, mi cuerpo duele y desfallece, mi espíritu esta agobiado y ya no puedo seguir de pie, solo quiero dejarme llevar, quizás ya llego mi hora, quizás es la hora de fundirme con el cielo y el mar, quizás es hora de encontrarme con Saoirse en el fondo del océano; lo haré, es lo que más he deseado todos estos años; ven por mi Saoirse.


Ian Pavel