miércoles, 30 de noviembre de 2011

Verano

Hoy busque los rayos del sol que tanto odiaba en el verano pero solo encontré a un sol triste brillando en el horizonte, el tenue calor que emanaban de sus rayos apenas calentaba mi cuerpo y el aire frió hacia que mis manos temblaran, intentaba recordar los momentos mas cálidos del verano para olvidar el horrible invierno acercándose, mi mente acudía a aquel rumor del oleaje, al aroma salitre del mar, a la arena suave y al aire cálido de aquel puerto que visite, pero acudía mas al nombre de Irene, dulce mujer que conocí y de la cual me enamore como puberto inexperto, siguiendo el cliché fantasioso y adolescente del amor de verano, nada me importo en ese momento; su sonrisa carismática y sus ojos radiantes de felicidad me cautivaron, me hicieron sentir como nuevo; así que me deje querer por ella, deje que sus brazos me rodearan por completo y que sus labios pequeños y delgados pero llenos de pasión inyectaran nuevos bríos a mi marchito corazón, deje de pensar y solo actué, deje de ser yo y me convertí en otro, deje todo atrás.

Es decepcionante saber que los días que pasan ya no regresaran, que el tiempo de calidez debe de acabar, que todo debe de acabar y que todo cambia irremediablemente, son ciclos que nos duele entender, son aspectos básicos que uno nunca alcanza a comprender por completo, jamas;  uno se aferra tanto a lo hermoso de una situación que cuando se acerca el final, todo puede volverse devastador; el recuerdo y la memoria nebulosa son nuestro único y estúpido consuelo, acudir a la confusión mental y emocional de nuestras almas desvanecidas como humo entre los dedos, volver una y otra vez a aquellos pasajes de atronadora felicidad momentánea pero que hacen palpitar a nuestro corazón; me repito estas palabras constantemente pero el nombre de Irene pesa más, es apabullante, la soledad me hace volver a ella, el vacío me despedaza y ella es lo único bueno que tengo por ahora, no quiero dejar ir su bella imagen, pero el tiempo hace estragos, las memorias se fusionan en un relato imposible y borroso, por lo que de repente me encuentro preguntándome ¿Quien hablo primero?, ¿Yo la bese o ella a mi?, ¿ Su vestido era blanco o era de otro tono? detalles y detalles se pierden, hasta formar un ente peligrosamente inexistente y totalmente arbitrario de lo que en realidad fue, ¿Sera que debo dejarla ir por completo antes de que se vuelva en algo irreconocible?, me cuesta admitirlo, me cuesta trabajo entender que eso es lo correcto, respiro hondo y cierro los ojos, el aire casi invernal del ambiente entra a mis pulmones y me doy cuenta al fin de que debo de hacerlo, quiéralo o no, debo de hacerlo.

Algunos hombres tenemos ese espíritu adolescente, inocente , irresponsable e ilusorio que te hace creer que las cosas duraran para siempre, esa idea romántica de creer en el destino y en la felicidad absoluta, después en algún momento de nuestras vidas debemos despertar de las ensoñaciones para saber que lo que a uno lo hace un hombre de verdad, es la capacidad de reacción ante la adversidad y sobre todo entender que las cosas no duran por siempre; aquel verano que tanto adore y mi querida Irene deben irse y fusionarse con mis sueños, por que eso son; ella es un sueño, un sueño de felicidad eterna, un sueño de amor perdido entre las olas del mar, un sueño adolescente y sueño de vida imposible, lo que paso con ella en aquella ciudad porteña debe ser el ultimo vestigio de una vida sin rumbo fijo que he decidido ignorar por mi propio bien cuando regrese la capital, ahora aquel verano y sus rayos de sol no debo extrañarlos más por que a partir de mañana ya no habrán existido para mi, solo habrán sido un dulce sueño donde conocía a un dulce y hermosa chica llamada Irene.



Ian Pavel

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