miércoles, 29 de junio de 2011

Red

Red

Dicen que cuando uno va a morir toda la vida de uno pasa frente a sus ojos rápida y cruelmente, la recapitulación es innecesaria y sobre todo imposible de llevar acabo, pero aun así lo intentamos; el tiempo es poco, fracciones de segundo o incluso segundos dolorosamente transcurren mientras inmóviles con los ojos cerrados o abiertos nos quedamos estáticos, inmóviles cual maniquís; lo músculos, tensos y apretados son incapaces de realizar movimiento alguno, la temperatura corporal disminuye, la escucha desaparece, la visión se torna borrosa, la garganta se seca, el aliento se contiene, los pulmones respiran por ultima vez, el corazón late frenéticamente marcando el beat andante a seguir como marcha marcial hacia lo mas profundo del inframundo, ahí, donde alcanzare a Ofelia y pueda sentir su calor; abrazándome, rodeándome y envolviéndome cual niño pequeño y al momento de sentir su tersa piel corran lagrimas de mis ojos, por que el infierno a lado de ella será el paraíso para mi….

La reverberación del disparo humeante de la Magnum que sostiene Víctor en sus manos hace que el aire genere un sonido estremecedor, las olas de choque fácilmente harán que las alarmas de los autos estacionados en este sucio callejón empiecen a chillar cual pájaros recién nacidos salidos del cascarón, el humo con olor a pólvora emanado del arma se confundirá con el olor a cigarrillo y dióxido de carbono que sale del escape abollado de su auto destartalado y viejo. Victor desaparecerá, habrá cumplido su trabajo, nadie reclamara el cuerpo y será solo otro cuerpo mas en descomposición dentro de la morgue municipal de un pobre diablo solitario, otro asesinato más de esta gran ciudad que devora las almas de los hombres; a el no le interesa, de hecho a nadie, mi aflicción y mi desencanto por morir, yo me lo busque al fin y al cabo, nihilismo puro que comenzó cuando Omar, mi hermano decidió quitarse la vida y mi vida empezó a caer a pedazos frente a mi atónita mirada, primero fue mi hermano, meses después Ofelia y al final mis padres, que destrozados dejaron que sus vidas se esfumaran lenta y agonizantemente, quietos en sus sofás, viendo la televisión, bebiendo vino y tomando antidepresivos cual pastillas para el aliento; mi madre fue la primera, una mujer frágil pero que sabia contrarrestar las malas situaciones con mucha voluntad sucumbió ante el cáncer de seno que se expandió a sus pulmones y estomago, eso dijeron los doctores, pura mierda digo yo; murió después de un año de intentar contrarrestarlo en su fría y blanquecina cama de hospital, pero a decir verdad, su sufrimiento y agonía solo eran una especie de autoflagelación que se impuso por haber perdido a mi hermano, una forma de tratar de sentir lo que el pudo haber sentido; después vino mi padre un ex-trabajador diplomático que jamás, desde los 10 años, había vuelto a tener una gripe o dolor de estomago, un hombre con semblante de inmunidad al dolor y ala enfermedad, pero que termino muriendo, según yo, de tristeza, perder a un hijo y a su esposa en poco tiempo vaya que es una mierda, su clásica mirada estoica, dura y solemne hacia el final de sus días era todo lo contrario, su alma y su vida pendían de un hilo delgado y fino que se rompió una mañana de miércoles, cuando durante la madrugada le dio un ataque al corazón, murió durmiendo, dijeron los doctores, murió pensando en mi madre y en Oscar seguramente.

La bala pega duro en mi pecho, el dolor recorre todo mi cuerpo y comienzo a sentir como mi fuerza se desvanece,  dura y estrepitosamente caigo al piso, dio justo en el corazón, de seguro me quedan unos  10 o 15 segundos más de vida,  llevo mis manos al pecho, comienza a salir sangre a chorros, mis manos se manchan con ella, el hedor de la sangre impregnara mi ropa y la teñirá de un color rojo oscuro, como el que vi en su momento cuando murió Oscar, mi hermano mayor, mi mentor, mi amigo y mi confidente, crecimos juntos como cualquier tipo de hermanos, compartiendo miles de cosas llenos de una confianza insuperable, por mucho tiempo fue mi imagen a seguir, pero en algún momento el se desvió, no se cuando pero dejo de ser el cariñoso y buen hombre que solía ser,  los gestos amables y suaves  de su rostro se convirtieron en gestos toscos y agresivos, llenos de rencor, llenos de tristeza y soledad, lo cual provoco que nuestra cercanía fuera desapareciendo vertiginosamente y fundiéndose con la nada como si fuese humo de cigarrillo mezclándose con el viento, su corazón se encerró cruelmente en una muralla infranqueable por lo que lo ultimo que supe de el fue hasta aquella amarga noche violenta en que murió, no sin antes cubrir sus manos con la sangre de un tal Ismael, asaltante, apostador empedernido y contrabandista, sospechoso del asesinato de Mónica, su prometida, quien amaneció sin vida y golpeada  hacia algunos meses antes en una sucia calle, a quien amo profundamente de tal forma que una extraña combinación de sentimientos de  devoción, venganza y abatimiento a causa de su perdida se fundieron en su alma para decidir darle muerte, pero para su mala fortuna, este tipo no se tentó el corazón en dispararle a quemarropa antes de exhalar su ultimo aliento y así no irse solo rumbo al viaje eterno, disparando una bala parecida a la mía, que atravesó su pecho y dejo sin sangre que bombear a su desquebrajado corazón en cuestión de segundos murió, murió liberándose al fin su tormento y su pena.

La sangre corre por donde quiera a que voltee, fluye a caudales como ríos oscuros sobre el pavimento, mi vida se desvanece lastimosamente y mis últimos pensamientos aluden a Ofelia, aluden a su vida y muerte, a su sonrisa tímida, su contacto cálido y sus ojos de mirada profunda, mientras mi vida poco a poco cae en el abismo de las sombras y mi vida escapa por el agujero de la bala que atravesó mi pecho, trato de no aferrarme a ella y dejo que todo fluya lentamente, el tiempo transcurre lenta y pausadamente, prácticamente lo veo todo en cámara lenta, veo al final de la calle la imagen de Ofelia, sonriéndome y esperándome, la observo tan claramente como si estuviese viva; mis ojos me engañan, el raciocinio aparece de nuevo, se que estoy agonizando y necesito pensar en ella para aliviar el pesar de mi existir, aunque su falta haya sido la ultima gota que derramo el vaso y haya colmado mi resistencia, ella se fue un día lluvioso como hoy, lo empiezo a vislumbrar en mis ojos su silueta agónica y pálida en la tina del baño, el agua teñida de rojo, sus ojos cerrados, su cuerpo inerte y ausente de calor; parpadeo y las imágenes se fueron, veo de nuevo el final de la calle, llena de luces de autos, gotas de lluvia, ruidos y gritos de los transeúntes que pasan paralelamente sin percatarse de mi desvanecimiento paulatino; parpadeo de nuevo, ahora una sensación de tristeza fluye en mi cuerpo; ella se fue  sin motivo aparente y jamás supe el por que de su extrema decisión, ¿depresión?, ¿locura?, ¿aburrimiento?, Ofelia se quito la vida y a mi no me quedaba ya nada por que luchar, todos se alejaron de mi devastadora y trágicamente, ¿un hombre solo como yo que podía hacer?; ¿luchar por la paz mundial?, ¿escribir sus memorias?, ¿vagar por todo el mundo?, ¿rehacer su vida?, ninguna opción me convencía lo mejor que podía hacer era acelerar mi muerte, lo cual no me costo mucho siempre hay algún desquiciado dispuesto a hacerte el favor, Víctor apareció como por arte de magia en un bar cerca de aquí hacia un par de semanas, alto, de  mirada tosca y rebelde, su espalda y brazos gruesos con un par de tatuajes visibles, vistiendo jeans y chamarra de cuero lo hicieron perfecto para cumplir el trabajo, afuera lucia un destartalado auto viejo descapotable pintado con llamas de su pertenencia, era el perfecto buscapleitos con instinto asesino que siempre carga una pistola y que no le gusta que le hinchen las pelotas, que arremete con violencia despiadada y fulminante, fue fácil engancharlo, persuadirlo y provocarlo a despotricarse en contra mía, basto herir su orgullo macho y heme aquí, muriendo y contemplando mis últimos momentos, recordando a mis amados y amada  que me abandonaron funestamente en una sucesión penosa de eventos dolorosos y terribles, sus imágenes, sus últimos momentos se mezclaron con los míos, por que su vida fue parte de a mía, sus existencias fundamentaron gran parte de mi y por eso ahora con mi ultimo suspiro puedo irme a buscarlos en el infierno o en el cielo, en alguno de estos lugares deben de estar y los encontrare; encontrare a Ofelia y la veré  una vez mas; mis ojos comienzan a cerrarse, mis vanas esperanzas me harán morir en paz; todo acaba, la oscuridad prevalece.


Ian Pavel

1 comentario:

  1. Muy bueno.. en definitiva me gusta mucho la manera en la que escribes.

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